Digo la tonada… – Antonio Esteban Agüero

Antonio-Esteban-AgueroEl idioma nos vino con las naves,
sobre arcabuces y metal de espada,
cabalgando la muerte y destruyendo
la memoria y el quipo del Amauta;
fue contienda también la del Idioma,
dura guerra también, sorda batalla,
entre un bando de oscuros ruiseñores
con su pico de sierpe acorazada
y zorzales y tímidas bumbunas
que la voz y la sangre circulaban
del abuelo diaguita o michilingue
con persistencia de remota llama;
rotas fueron las voces ancestrales,
perseguidas, mordidas, martilladas
por un loco rencor sobre la boca
del hombre inerme y la mujer violada.

Y el Idioma triunfó, los ruiseñores
de Castilla vencieron, la calandria
cuya voz era tierra, barro nuestro,
son y zumo de tierra americana
de repente calló cuando los hierros
agrios del odio en su dolor de fragua
le marcaron el pecho que gemía
y segaron la luz de su garganta..

Pero la lucha prosiguió en la sombra,
una guerra de acentos y palabras,
de fugitivas voces y vocablos
con las venas sangrantes que buscaban
refugiarse en la frente o esconderse
en la nocturna claridad del alma
perdiendo expresión y contenido,
la sonora raíz, la leve gracia,
el poder bautismal y la semilla
para ser sólo la sutil fragancia
que nos sella la voz con el anillo
popular y común de la tonada:
Yo entrecierro los ojos y la escucho
venir y llegar hasta mi almohada
como un largo rumor de caracola,
como memoria de mujer descalza,
como llega la música en la brisa
si la brisa es arroyo de guitarra;
y la siento volar en la tertulia
de labio en labio, mariposa mansa,
suave cuerda que vibra, quena sorda,
o fugaz sugerencia de campana;
y la escucho en la voz que me despierta
con el mate y su luz en la mañana
cuando el sol es un padre que nos dona
el reciente verdor de la esperanza;
y la escucho en un niño que transita
por el sendero que trazó la cabra
y me grita: ¡Buen día! y me conforta
con la sonrisa de su alegre cara;
de repente la siento que rodea
mi corazón como una mano blanda
si la voz de la madre o de la esposa
se florece con íntimas palabras;
alguna noche la escuché en Rosario
en la voz de una joven que pasaba
y eso sólo bastó para que viera
amanecer los cerros del Conlara;
y otra noche la oía en Buenos Aires,
en muchedumbre de no se qué plaza,
sobre un grito vibrante que decía
titulares de prensa cuotidiana;
cómo es dulce sentirla cuando llega
desde una boca de mujer besada
con el «sí» suspirado que promete
una cálida rosa para el ansia;
y la escucho sonar entre los niños
de un pueblecito que se dice Larca
mientras mueven las manos en el juego
escolar y rural de la payana;
y la siento rezar en el velorio,
y saltar en el arco de la taba,
y volverse puñal en el insulto
y suspirar en la recién casada.

Dondequiera que esté yo la escucho
y tras ella regreso a la comarca
donde soy una piedra, una semilla,
una nube y un pájaro que canta…
No tenemos bandera que nos cubra
tremolando en el aire de la plaza,
ni canción que nos diga entre los pueblos
cuando suene el clarín, y la proclama
desanude las últimas cadenas
y destruya el alambre y la muralla,
pero tenemos esta luz secreta,
esta música nuestra soterrada,
este leve clamor, esta cadencia,
este cuño solar, esta venganza,
este oscuro puñal inadvertido
este perfil oral, esta campana,
este mágico son que nos describe,
esta flor en la voz: nuestra Tonada.

Antonio Esteban Agüero

Rafeef Ziadah – "Nosotros enseñamos vida, señor"

 

La poeta palestina Rafeef Ziadah declama su poema “Nosotros enseñamos vida, señor”

“Hoy, mi cuerpo, fué una masacre televisiva
Hoy, mi cuerpo, fué una masacre televisiva
que tuvo que adaptarse a clips de sonido
y limitación de palabras,

Hoy, mi cuerpo, fué una masacre televisiva
que tuvo que adaptarse a clips de sonido
y limitación de palabras,
lo sificientemente rellenadas con estadísticas,
contadores, medidas, respuestas
para las que he tenido que perfeccionar mi inglés
y he aprendido mis resoluciones de las Naciones Unidas
pero aún así, él me ha preguntado

«Srta. Ziadah
¿no piensa que todo se arreglaría si dejasen de enseñar tanto odio a sus hijos?»

Pausa.
Busqué dentro de mi fortaleza para ser paciente,
pero la paciencia no está en la punta de mi lengua
mientras las bombas caen sobre Gaza.
La paciencia simplemente se ha escapado de mi.

Pausa.
Smile.
Nosotros enseñamos vida, señor
Rafeef, recuerda sonreir.

Pausa.
Nosotros enseñamos vida, señor
Nosotros, los palestinos, enseñamos vida
después de que ellos,
hayan ocupado el último cielo.

Nosotros, enseñamos vida
después de que ellos
hayan construdio sus asentamientos
y sus muros del Apartheid,
después el último cielo

Nosotros enseñamos vida, señor
Pereo hoy, mi cuerpo, fué una masacre televisiva
fabricada para adapatarse a clips de sonido y limitación de palabras

Pero, danos tan sólo una historia
una historia humana

sabes, esto no es política
nosotros tan sólo queremos
hablarle a la gente sobre ti y tu gente
así que, danos una historia humana
no menciones las palabras Apartheid y ocupación
esto no es política
tienes que ayudarme, como periodista,
a ayudarte a contar tu historia,
lo cual no es una historia política.

Hoy, mi cuerpo fué una masacre televisiva
¿Qué hay si nos das la historia de una mujer en Gaza que necesita medicación?
¿Qué hay acerca de ti?
¿Tienes «los huesos suficientemente rotos» para cubrir a su hijo, entregarme a tu muerto, y darme la lista de sus nombres en un límite de 1200 palabras?

Hoy, mi cuerpo, fué una masacre televisiva
fabricada para adapatarse a clips de sonido y limitación de palabras
y movido por aquellos insensibles
a la sangre de terroristas.

Pero ellos lo sienten.
Lo sienten, por el asedio sobre Gaza.
Así que, les dí las resoluciones de las Naciones Unidas,
y las estadísticas,
y lo condenamos,
y lo lamentamos,
y lo rechazamos.

Esto no son dos bandos iguales,
ocupante y ocupado,
y un centenar de muertos,
dos centenares de muertos,
y un millar de muertos
y entre medio de este crimen de guerra y masacre,
he construido palabras y sonrisa no exótica,
sonrisa no terrorista,
y conté y reconté,
un centenar de muertos,
dos centenares de muertos,
un millar de muertos.

¿Hay alguien ahí fuera?
¿Habrá alguien que me escuche?
Desearía poder plañir sobre sus cuerpos,
desearía simplemente poder corre allí,
a cada campo de refugiados,
y sostener a cada niño,
taparles los oídos para que
no tuvieran que escuchar
el sonido de las bombas
por el resto de sus vidas,
como yo hago.

Hoy, mi cuerpo, fué una masacre televisiva
y dejadme decir
que:
no hay nada que vuestras resoluciones
de las Naciones Unidas
hayan hecho
jamás sobre esto.

Y ningún clip de sonido,
Ningún clip de sonido,
que haga,
no importa
cuan buen inglés tenga,
ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
ningún clip de sonido,
les devolverá a la vida,

ningún clip de sonido,
arreglará esto.

Nosotros enseñamos vida, señor
Nosotros enseñamos vida, señor
Nosotros, los Palestinos
nos levantamos cada mañana
para enseñarle al resto del mundo
Vida, señor.”

Rafeef Ziadah