Del Viaje – Abril 2004

Diarios-de-Motocicleta

Tantas veces fue escuchando a los viajeros entonar palabras, y contar las búsquedas en los lugares que visitan a menudo en su andar. Escuchó y anduvo buscando también: Otras vidas, quizás anteriores; nuevos atardeceres, tal vez no tan nuevos. Caminó tranquilo, encontró paz y buen aire.

Pero no entendía que era lo que perseguía ese andar ciego de poblar en poblar, de barrio en barrio, de ciudad en ciudad. Sin embargo siguió empecinadamente el camino que se encontraba en cada esquina, que le proponían las rutas, los atardeceres. No tuvo reparos para ir. Andaba sin mirar atrás, aprendía a querer los momentos. Iba, solo eso entendía.

Aun sin comprender, se acomodaba a los colores distintos, a los olores y sonidos de por donde anduviera. Sin preocuparse en lo más mínimo donde estaría mañana. Solo lograba encontrarse en el lugar donde estaba en cada momento. Solo y todo lo que implicaba la sensación de poder encontrarse en cada momento. En cada paraje, que no es poco.

Así fue como de a poco interpretaba su rol de mercader, de llevar, traer, y volver a su lugar.

Nada hubiera tenido sentido en su viaje si nunca volvía.- Uno viaja buscando a través de los lugares sus ganas de ser, de querer, las ganas de seguir en el mundo, de cambiarlo, de compartirlo, de crearlo y recrearlo. Todo esto que vamos encontrando por los caminos recién llega a tomar sentido cuando se vuelve a donde se siente la llamada que representa el volver. Entonces ahí se empieza completar todo lo que el corazón aprendió en el camino. Siempre es importante volver.

Las vueltas nos son instantáneas, uno llega, y al llegar comienza el nuevo camino de regreso, a las nuevas cosas, a lo nuevo que somos. La memoria empieza a traer los colores y aromas que pintaron el camino. Y poco a poco con el correr de los días nos vamos encontrando con lo que ahora somos.- Cambiamos tanto al andar tanto, como cambian los paisajes que nos hacen llorar, reír, suspirar. Que nos conectan con las imágenes que tan fácil olvidamos cotidianamente. Se quiebran nuestras ideas y sentires, me parto como se parte el cielo con los refucilos de alguna tormenta. Y allí esta lo mágico volvemos siendo nuevos. Ya no podré volver atrás en mi sentir de las cosas y en la manera de hacerlas.-

Los viajeros de estos viajes del alma cuando vuelven se encuentran tan completos que hacen las veces de fuegos; de fuegos incendiadores de sueños. Animan a los que los rodean a que hagan lo que tanto anhelan. Vuelven con la seguridad de no conocer los imposibles, con la tranquilidad de que su paso por el mundo no es en vano. Van a ayudar a cambiar algo, de eso están claros. Y en eso retoman de sus vidas lo que creen que aun sirve. Como cuando se encuentra un cajón con cosas viejas y se eligen las pocas que todavía emocionan el pecho, guardándolas para que acompañen lo que esta por venir. Para que ayuden a que las emociones nuevas sean más intensas y conmovedoras.- Acabo de entender que lo que busque en el viaje es la manera de poder encontrar cada vez mas momentos donde la alegría de existir duela tanto de tenerla adentro, que sea capaz de olvidarme de respirar por ello.

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